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Las huelgas ¿A quién benefician?

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Una de las grandes consecuciones del movimiento obrero durante el siglo XIX fue el sindicalismo, que otorgó fuerza colectiva a los trabajadores organizados en sindicatos.

En la actualidad todos los países democráticos reconocen a todos los trabajadores el derecho de sindicación y el derecho fundamental de huelga como herramienta para la reivindicación de derechos.

De todas maneras, un derecho hay que usarlo, no abusarlo. O puede llegar a pasar como el cuento de Pedro y el lobo: si lo abusas, cuando sea realmente necesario habrá perdido parte de su fuerza.

En España nos hemos acostumbrado a que los sindicatos predominantes nos lancen a la huelga general como herramienta de presión política contra el gobierno como paso previo al inicio de una negociación. No es para eso para lo que sirve una huelga, y a la historia me remito para ver que este tipo de huelgas nunca han conseguido nada.

Es muy cómodo pedir a los trabajadores que renuncien a una porción de su sueldo cuando los sindicatos convocantes no se juegan nada. De hecho, esos sindicatos están recibiendo subvenciones del, estado, cobrando de los presupuestos para acabar en las ¿mariscadas? Nunca es bueno molestar a quien te paga, así que cada 1 de noviembre hacen un paripé que cada vez menos de nosotros compramos. Eso no es de recibo.

La última degradación del concepto de huelga ha sido la adopción del término "huelga de estudiantes".

Para comenzar a fijar conceptos, el derecho de huelga no está reconocido ni constitucionalmente ni legislativamente para los estudiantes. Es obvio, la huelga es un mecanismo de presión y de lucha de los trabajadores contra los empresarios. Los estudiantes tienen reconocida por sentencia del supremo la inasistencia a clase fruto de una decisión asamblearia.

Pero vayamos más al fondo. Aun cuando la huelga fuera un derecho de los estudiantes, es muy dudosa su utilidad para conseguir sus fines.

Un estudiante paga una matrícula para inscribirse en un curso. Una vez iniciado el curso, la matrícula ya está pagada y cualquier huelga que haga solamente va a perjudicar a una persona: a sí mismo. Cada clase a la que falte será dinero nunca más recuperable. Nos volvemos a ver en el mismo caso, asociaciones de estudiantes que no arriesgan nada y convocan a los estudiantes para que salgan perjudicados sin que sus movilizaciones consigan nada más que algunos incidentes desgraciados de desorden público, que lo que consiguen como mucho es el rechazo social. Dudo que eso sea un logro.

El pasado miércoles día 14 de noviembre tuvo lugar una mal llamada huelga de estudiantes contra el machismo en las aulas. Estoy seguro de que algún alma cándida y buenista la convocó con la mejor de sus intenciones, pero ¿alguien en su sano juicio cree de verdad que esa movilización va a servir de algo? Lo que hay que hacer son menos movilizaciones y más denuncia y no apoyar a los acosadores cuando la víctima es una profesora.

Aún estamos esperando alguna reacción de las organizaciones estudiantiles contra el aumento del 60% de las tasas universitarias. Parece que ese problema no es tan urgente como el del machismo en las aulas y no se justifica salir a la calle por él.

Desde aquí animamos y apoyaremos a las organizaciones estudiantiles que tengan valentía y hagan la única huelga estudiantil coherente: una huelga contra las tasas universitarias. Y ya puestos, no para volver a la situación previa al aumento de tasas sino para conseguir el objetivo maximalista de la matrícula gratuita. Si nos tenemos que mover no puede ser para menos.

20 NOVEMBRE 2018

 

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